Nada más darse la salida cogí la cabeza. No miré el reloj hasta el paso por el 400, paso que fue demasiado rápido: 1.04, es decir, ¡a ritmo de 4.00 el milqui! La segunda vuelta, todavía en cabeza, me la cantó Mario en 1.08. Este ritmo ya está más cercano a mis posibilidades. De hecho es el ritmo para acabar en 4.15.
En el tercer 400 me pasaron los dos que fueron detrás de mi las dos primeras vueltas. De hecho uno de ellos me dió dos veces seguidas, haciéndome protestar por ello. Le di a entender con gestos que vale ya y que si voy lento que me adelante. Y lo hicieron aproximadamente en el 1.000. El primero cogió una considerable ventaja pero el 2º lo mantuve siempre a tiro de piedra.
El paso por el tercer 400 me lo cantó Mario en 1.13. En este punto sabía, por la frecuencia del toque de campana que avisa la última vuelta, que el 4º de la serie iba bastante derás de mí. Con esto quiero dar a entender cuál era el nivel de esta tercera serie y por qué me hubiera gustado correr en la 2ª.
El último 300 fue ya un darlo todo. De hecho en el último 200 me permití hacer un cambio a la caza del 1º y en los últimos 80 metros hice sprint cerrado, hasta el punto de recortarle y quedar a menos de 1 segundo de él.
Sensación agridulce por no haber podido rebajar mi marca pero, a la vez, estoy esperanzado porque creo que si hago un primer 400 en 1.08 puedo ser capaz de mantener ese ritmo en durante toda la carrera. Pero salir a 1.04 es suicidarse.
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