Totalmente de acuerdo con esto:
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No puedo terminar esta reanudación de relaciones sin tocar el temita de los Juegos de 2016, asunto estelar de las últimas semanas. De verdad, me pareció escandaloso. No que eligiesen a Río en lugar de Madrid, Tokyo o Chicago. No. Me refiero al (por momentos obsceno) mercadeo de votos. Resultaba descorazonador ver a gente de la categoría del Rey, Zapatero, Lula o el primer ministro japonés mendigando un voto a un grupo de unas cien personas elegidas a dedo y que forman un grupo anacrónico, cerrado y autoprotegido para poder perpetuarse, y de la que la mayoría de sus componentes no tenemos ni idea de sus méritos, integridad o preparación para ser coherentes en sus decisiones. Me indignó el volver a observar que no existe un criterio mínimamente objetivable para valorar las candidaturas (mucho informe previo para casi nada) y que todo quede al libre albedrío de los miembros del COI. Me malenrolló asistir como espectador a la feria que se montó por los vestíbulos de los hoteles donde estos personajes se dejan agasajar, seducir y en algún caso, directamente comprar. Y no hay tutía. O juegas a su juego, o no hay nada que hacer.
Pues a mí me molesta mucho un juego con esas reglas. Mejor dicho, un juego sin reglas claras. Decían que la elección es como una competición deportiva. No, que no me vendan esa moto. Precisamente los valores deportivos tienen muy poco que ver con eso. Reconozco que unos Juegos es algo que hace mucho bien a las ciudades que las organizan. Pero esos días previos a la votación, viendo cómo todos perseguían a unos tipos de difícil clasificación y dudosa ética si nos atenemos a los antecedentes históricos, en más de un momento pensé que no merecía la pena. Es demasiado tener que hacer hasta la ola a los dueños de un chiringuito que huele a rancio que echa para atrás. Y aunque se los hubiesen dado a Madrid, me seguiría pareciendo lo mismo.
http://lacomunidad.elpais.com/baloncesto/2009/10/9/el-secundario-sobrevive
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