La servilleta recetaba para ayer 20 cuestas. La cuesta en cuestión tiene unos 100 m. y corre paralela a la recta de meta del polideportivo de Palomeras. Y gracias a que hice ajuste de horarios pude acercarme a entrenar con mis compañeros del Páris y, de paso, no hacer el entrenamiento solo. Cualquier compañía siempre es más que bienvenida.
El caso es que ayer, además de entrenar fui con la óptica del entrenador, a mirar y a corregir a mis corredores, que para eso confían en mí su preparación. Y vaya si hubo cosas que corregir. De entrada la gente se tomó el entrenamiento como si se tratara de unas series encubiertas. Por tanto, a todo lo que dan las piernas con la salvedad de que era cuesta arriba.
Y aquí llegó la primera corrección. Señores, cuando hacemos cuestas no estamos haciendo series, no se trata de hacerlas en el menor tiempo posible, sino de trabajar. Primer apunte, vamos a intentar correr con ciclo anterior, es decir, levantando las rodillas y sacándolas por encima de las caderas. La siguiente cuesta ya no se hizo tan rápido. A la mayoría nos exigía concentración porque en cuanto nos despistábamos, nos íbamos a la forma de correr de los fondistas, ciclo posterior sacando las piernas por detrás. Levantando las rodillas, como si fuera un segundo de triple encubierto, les decía.
Según íbamos haciendo repeticiones, iban saliendo más lentas y costaba más y más levantar las rodillas. Pero la unión del grupo nos alentó y al final se terminaron las 20.
Hoy me cuentan que tienen un importante dolor de piernas y que se acuerdan de mí. Entrenamiento bien hecho, les he dicho.
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