La mayoría de los corredores populares entrenamos por la tarde. Lo hacemos al salir del trabajo robándonos un poco de tiempo a nosotros mismos y a los nuestros. Los que tienen la suerte de trabajar sólo por la mañana suelen esperar a los que no son tan afortunados con tal de entrenar en grupo. Ya se sabe, entrenamientos compartidos, sufrimiento diluido.
Parte de los entrenamientos consiste en hacer series. Y llamo series a correr más rápido que lo que lo hacemos en carrera. Si uno hace un 10.000 en 50 minutos, si en un entrenamiento hace miles a 4.30 está haciendo series. Esos mismos miles a 4.30 no serían series para uno que hace un 10.000 en 35 minutos.
Cada uno a nuestro nivel procuramos hacer entrenamiento de series y solemos encajarlo en nuestras tardes de entrenamiento. Lo más normal es que la mayoría hagamos dos días de series, las tardes de los martes y los jueves.
Pero, ¿habéis probado qué es lo que ocurre cuando algún día lo tenéis libre y queréis sacar el entrenamiento de series por la mañana? De entrada el cuerpo no está habituado a entrenar a esas horas y le cuenta más entrar en acción. No es de extrañar que un entrenamiento vespertino suave se te haga más duro que uno por la tarde más exigente.
Y si nos ponemos a hacer series el desastre puede ser total. El cuerpo protesta, no aguanta los ritmos, está como si le faltara gasolina. no andas ni para atrás. Si eres capaz de terminar el entrenamiento previsto lo harás con más sufrimiento del habitual e incluso con peores tiempos de lo que esperabas.
El cuerpo está habituado a unos esfuerzos a determinadas horas y cuando le sacas de su rutina el rendimiento suele bajar bastante. Por eso si algún día te da por hacer series por la mañana y ves que te salen peor de lo que tenías previsto, no te desanimes, es algo normal que nos pasa a todos.
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