Voy viendo la luz. La de hoy es la tercera semana de entrenamientos tras el esguince de Semana Santa. Atrás quedan los entrenamientos que he podido completar sin percance reseñable entre septiembre y marzo y que tuvieron su colofón en el 1.500 de San Sebastián. Si el esguince tenía que llegar en algún momento hubiera firmado que fuera cuando me pasó.
Ha sido algo más de un mes entre escayola, venda y tobillera lo que he estado sin entrenar, así que me tomo este tiempo como paro biológico para que el cuerpo se reponga físicamente. Además el hecho de no poder entrenar cuando es lo que se quiere hace que se vuelva con más ganas, y las tengo, aunque tengo claro que ahora no hay que correr más que lo justo.
La que empieza hoy es la tercera semana de entrenamientos desde mi vuelta. La primera acumulé 4 días y muy pocos kilómetros, la pasada ya fueron 5 sesiones con alguna de hasta 8 km. Esta semana iré un poquito más allá en cuanto a volumen, pero no creo que suba de los 5 días de entrenamiento. Y siempre que pueda cambiaré algún kilómetro por alguna sesión de fuerza, llámese cuestas, gradas o similares.
Mención aparte merece el tema de las tormentas que estamos teniendo estas dos últimas semanas. Por casualidad, porque es lo normal o porque toca, casi todas las tardes cuando estoy entrenando parece que se cae el cielo encima y más de un día he vuelto a casa hecho una sopa. Hoy he tenido que rebajar los kilómetros y hacer los últimos más deprisa para no mojarme. Me hubiera puesto a caldo...
En el horizonte el maratón de Valencia. El objetivo inicial acabarlo en torno a 4.30 el kilómetro. Necesito una motivación exigente (este es en cuanto a volumen, no en cuanto a ritmo) para salir a entrenar todos los días. Espero que el cuerpo aguante y pueda plantarme el 17 de noviembre con los deberes hechos...
2 comentarios:
Poco a poco, yo también quiero estar en Valencia pero no a 4.30 el km
Esos 4.30 son un objetivo muy ambicioso. A ver cómo se va dando la cosa.
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