sábado, 20 de febrero de 2016

Lo que me mata es la velocidad


El martes acudí puntual a la cita de entrenamientos en el pdvo. de Palomeras. Era la segunda semana en la que empiezo a meter algo de chispa a los ritmos y lo estoy haciendo en medio de las series de los compañeros tirándoles 200, 300, 400 y hasta 500 m. a todos, unas veces a los que van a 4.15 el km. otras a los que van a 3.45 y otras a los que van o hacen el 1.000 a menos de 3.15 (que los tenemos en el Páris).

La semana pasada el martes fue un día de vendaval y me dediqué a hacer de pantalla en la recta y curva donde más soplaba el viento. Es algo que se agradece tener a alguien que te quite algo del que es uno de los elementos más odiados por los corredores. Pero el martes de esta semana fue un día muy bueno para hacer series. Hacía frío, sí, pero eolo se notaba poco.

Los compañeros están haciendo 4 x 1.500 y luego uno o dos miles y si yo estoy tirándoles un tramo cada una de sus vueltas salen unos pocos de metros a cierta calidad, que es lo que pretendo en esta fase de entrenamiento hasta que empiece con las series como tales (ya os contaré cuándo, cuánto y cómo).

El caso es que el martes hice más o menos como os he contado, me encontré bien y llegué hasta los 500 m. Quizás la mayoría de las veces que tiré lo hice a los que más corren y la guinda fue lanzar a un compañero al que dejé en el 500 e hizo el 1.000 en 3.11.

Las consecuencias las sufrí el miércoles, día en que la biela derecha volvió a darme síntomas de hacerse notar más de la cuenta. Me lo tomé como día de descanso y el jueves ya pude volver a entrenar con normalidad. Así que parece que lo que me mata es la velocidad y tendré que optar por hacer más series pero a menos ritmo. Lo que tengo que calibrar cuál es el tope de velocidad. Lo que está claro es que si corro a 3.11 el km, aunque sólo sean unos cientos de metros, la biela pía.

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