En atletismo siempre se habla de una fase de carga previa a
la preparación específica y ésta suele consistir en bajar el volumen de
kilómetros para aumentar los ritmos. Digamos que es lo que se hace en casi
todas las distancias de medio fondo y fondo. Pero en el entrenamiento
específico de maratón esto no es así. En el entrenamiento específico del
maratón se aumenta el volumen de kilómetros si bien la mayoría de estos se hace
en aeróbico, bien en cierto que un alto porcentaje a ritmo de umbral.
Los atletas que empiezan la fase específica de maratón deben
haber completado una fase previa que consiste en mucho trabajo de fuerza
(gimnasio, gimnasia, cuestas, gradas, etc.) y un volumen mínimo de kilómetros,
esto tras un mínimo de 2 ó 3 meses de acondicionamiento. Un entrenamiento de
maratón con garantías para un corredor popular exige como mínimo 60 ó 70
kilómetros semanales. Y un entrenamiento así no se puede empezar por ejemplo
con una base de 2 días a la semana de entrenamiento. Por eso considero
necesaria una etapa previa en la que vamos acostumbrando al cuerpo a unos
volúmenes de kilómetros.
Cuantos más kilómetros se entrenen, mejor preparado se
llegará al maratón y lo más probable es que el que hace 80 kilómetros semanales
haga mejor tiempo que el que entrena 60, y que el que entrena 100 haga mejores
tiempos que el que entrena 80. Esto, se entiende, a igualdad de condiciones.
Hay gente que hace semanas de más de 120
kilómetros y consigue peores tiempo que otros que no pasan de los 90. Pero,
como digo, en igualdad de condiciones y a mismo entrenamiento, el que hace más
kilómetros siempre va a hacer mejor marca.
Por tanto, una buena fase previa asegura poder afrontar la
fase específica con un mínimo de garantías de poder asimilar los volúmenes
necesarios en la preparación específica del maratón y de terminar dicha fase
sin percances en forma de lesión.
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