miércoles, 1 de agosto de 2012

Treinta y muchos grados

Estamos a mediados de verano. Lo normal en estas fechas del año es que las temperaturas estén más cerca de los 40 que de los 30. Y no se trata de ola de calor, es verano, es lo que toca, así ha sido siempre y así seguirá siéndolo hasta que la especie humana acabe con el planeta.

Para los corredores, especie egoísta como somos, esta no suele ser buena época para nuestro deporte, básicamente porque el rendimiento baja una barbaridad y el nivel de esfuerzo, que ya de por sí es elevado, en estas fechas tiende a subir hasta el infinito.

Es verdad que a cambio tenemos cosas buenas, como son las de que a los que les gusta madrugar encuentran temperaturas agradables (siempre por encima de los 20º en el centro de la península), y a los que somos de tarde, no se nos hace de noche.

Pero que nadie se espere que estos días vaya a encontrase con buenas sensaciones, sino más bien todo lo contrario. Si cuesta casi respirar cuando uno va andando por la calle, imaginaos si nos ponemos a correr. Igualmente, no os esperéis correr a buenos ritmos si no es con un gran nivel de esfuerzo. Y lo de las tiradas de hora y pico o dos horas, mejor dejarlo para cuando suavicen las temperaturas.

Para nuestro consuelo, el saber que si somos persistentes, durante el verano se puede sentar una muy buena base que sin darnos cuenta, emergerá en los meses de otoño. Y hasta que lleguen tiempos mejores, a consolarnos con que bastante hace uno corriendo con 38º a las nueve de la noche, como para encima estar que si crono, ritmos o pulsaciones.


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