domingo, 16 de abril de 2006

Final de la liga de clubs 2005: 3.000 obstáculos

De como el paso de la ría a lo keñata te deja más fundido que una loncha de queso. Así puedo titular esta crónica.

Como pudísteis leer en la crónica del 3.000 obstáculos de la semifinal allí se me ocurrió hacer el paso de la ría a lo keñata, es decir sin apoyar. Y así lo hice esta vez, pero sin saber cuáles serían las consecuencias.

La primera ría la ataqué con decisín. De hecho creo que con tanta que cogí demasiado impulso y me caí. No empezaba bien la cosa. El primer mil, contando con que los primeros 200 m. son sin vallas, lo pasé en 3.20. La cosa, a pesar de todo, iba pintando bien.

Los siguientes pasos por la ría (2º, 3º y 4º) no pude evitar el caer con los dos pies. Pero eso no era lo peor. A medida que iban pasando las vueltas me sentía sin fuerzas. El 2.000 lo pasé en 7', lo que significaba que el segundo 1.000 lo había hecho en 3.40. Y eso no era lo que yo quería.

Los pasos 5º y 6º por la ría pude hacerlos bien: a lo keñata y saliendo con una pierna por delante. Pero en este punto ya estaba fundido fundido. La última vuelta fue un suplicio, cada obstáculo un muro. La última ría tuve que hacerla no se como.

Al final un segundo mejor que mi mejor tiempo, lección aprendida de que la ría no se puede pasar a lo keñata porque me fundo (ya he empezado a practicar el paso como se debe hacer) y la lectura positiva (la única) de que estoy igual que el año pasado un mes después.

A ver si en la liga del clubs del 22 de mayo puedo ya de una vez por todas pegarle un bocado a los +71 10'45''.

domingo, 9 de abril de 2006

Maratón de París: cómo conseguí dominar la carrera




















Y llegó el ansiado día D. Preparar un maratón supone entre 10 y 12 semanas de dedicación, con un montón de kilómetros y mucho cuidado, ya no de lesionarse, sino de no caer enfermo. Esta precaución se vuelve una obsesión las últimas 2 ó 3 semanas, en las que un simple constipado puede dar al traste con toda la preparación. Pero, afortunadamente, no pasó nada y se llegó al día D en perfecto estado, incluídos unos entrenamientos muy muy buenos. Así después del protocolo habitual del día de carrera: madrugón, desayuno, evacuación... nos dirigimos hacia la salida, dejamos las cosas en el ropero a la vez que le echábamos un vistazo rápido al Arco del triunfo, y nos fuimos a la salida. Allí me di cuenta por primera vez de que un maratón con 35.000 inscritos es otra dimensión. A pesar de que teníamos dorsal para el cajón más rápido tníamos deltante a la élite y un cajón de más de 2.000 corredores (que se supone que corrían más que nosotros) y en el nuestro nos encontramos con que cuando entramos teníamos delante a muchísima gente. Era inevitable que íbamos a peder tiempo en la salida, y todo esto habiendo ido con casi media hora, que a la postre fue poco tiempo.

Pistoletazo de salida y 50'' hasta que pasamos por la línea de salida. En el trayecto desde donde estábamos tuvimos que sortear ni se sabe cuánta basura, incluías bolsas con ropa y un montón inmenso junto a uno de los arcos. Nunca había visto nada igual. ¡No nos queda mili :-)!

Cruzamos la línea y empezamos a correr. Primer kilómetro se nos va un pelín lento a pesar de que la salida era p'abajo, con lo que empezamos a meter la velocidad de crucero, todo rodeados de miles de corredores y buscándonos unos a otros para no perdernos: Pino, Chuky, Mario y yo. Segundo kilómetro ya en tiempos. A todo esto primer kilómetro tuvimos que esquivar no sé cuantas furgonetas, fotógrafos y otros obstáculos artificales situados en el medio de la avda. de los Campos Elíseos. Muy bonito eso de querer hacer fotos pero a poder ser que no melesten a los que estamos corriendo.

Llegada a la plaza de la concordia, batalla campal contra todo el mundo que se cerraba en el giro, y cogemos una de las calles laterales al Louvre, una calle incómoda pues tenía una mediana y cada 200 ó 300 m. como rotonditas de 1 m. de diámetro para las farolas. La velocidad ya era la justa. Mucha gente, continuamente adelantábamos a los que nos habían precedido en la salida. Así hasta el primer avituallamiento, más allá del km. 5. La carrera cogía parte de la rotonda y luego giraba a la dcha. de ésta pero el avituallamiento lo habían colocado prácticamente dando toda la vuelta a la rotonda con lo que era obligado salirse de la trayectoria de carrera, coger el agua y volver al sitio. Aquí ya estabamos haciendo la carrera en tiempos, sin contar los 50'' de pérdida) en grupo los 4 y ayudándonos (una vez tiraba uno, otra otro, en un avituallamiento cogían dos y compartían...).

Esta fue la tónica hasta el km. 16 ó 17, en el que se entraba en el primer bosque, el de Vicennes (o algo así). Como he comentado, había tanta gente que cada cierto tiempo, varias veces por kilómetro, teníamos que sortear a los que nos precedían, en la mayoría de las ocasiones sólo unos segundos más lentos que nosotros pero lo suficiente como para tener que quitárnoslos de en medio con el obligado esfuerzo adicional. El paso por el km. 15 en hora y 50'', es decir, clavado.

El trayecto por el bosque se me hizo demasiado pesado. No sé por qué quería que se acabase cuanto antes, quizás porque pensaba que toda la carrera iba a ser urbana o vete tu a saber por qué. Las sensaciones eran muy buenas. A pesar de todo yo iba 'esperando' ese arrechuchón, ese algo que ya conozco, el del mazo lo llaman algunos, pero de momento ná de ná.

Aprox. en la salida del bosque estaba la media, donde nos esperaba David. A todo esto Chuky se había quedado atrás, se había vuelto a enganchar y se había vuelto a quedar por no se qué historias. A partir de aquí, con David al frente, todavía en grupo y por muchos kilómetros, seguimos. En el 24, junto al hotel, estaba la familia y el resto de acompañantes. Se agradecieron y se hicieron notar sus ánimos. Destacar que este tramo era de los más animados de la carrera en lo que a público se refiere. Un poquito más alante, plaza de la Bastilla, epicentro de nuestro viaje (allí comimos y/o cenamos todos los días) kilómetro 25. Fantástica la labor de David como aguador, evitándonos el tener que pegarnos con la gente y el salirnos de nuestra trayectoria. Recopiló agua para todos y seguimos. A todo esto yo segúia esperando ese algo, iba bien tanto de piernas como de caja pero temeroso de que me llegara el bajón, pero de momento nada.

Entre el 25 y el 30 la peor parte de la carrera en cuanto a recorrido. Íbamos totalmente paralelos al río y pasamos un par de subterráneos, con su correspondiente subida. Pero lo peor estuvo en un tunel de más de un kilómetro. Los recuerdos que llegan de este trayecto son de penumbra (la luz era como cuando se corre la San Silvestre) sin nadie viéndonos, y con un gran silencio en el que sólo se oían lo pasos de los corredores, pero nadie hablaba. Una vez superados subterráneos y túneles nos plantamos en el 30. 2 horitas, es decir, muy bien de ritmo, muy bien de sensaciones y a la espera de lo que podía llegar en cualquier momento. Sin embargo las sensaciones eran perfectas a pesar de 30 kilómetros a un ritmo de 4' por kilómetro. Lo que si noté en estos kilómetros es que ibamos con un ritmo muy alegre pero, eso sí, siempre manteniéndonos en los 4' por kilómetro. Como digo, las sensaciones todavía muy buenas.

Entre el kilómetro 30 y 35 entramos por una zona con calles más estrechas. Por aquí David se había quedado, Chuky iba unos metros detrás de nosotros y Mario, Pino y yo nos relevamos para mentener el ritmo, y es que el hacer carrera en equipo, ayudándonos los unos a los otros, relevándonos, etc. etc. fue la tónica de carrera. En este punto ya estaba convencido de que iba a terminar la carrera y que lo iba a hacer en marca personal.

Hasta el km. 35 todo según lo previsto. A partir de aquí empecé a notar que las piernas no podían con este ritmo. Pino siguió en lo 4 por kilómetro, Chuky apareció desde atrás y Mario estaba que si sí que si no. Aunque tuve que bajar un poco el ritmo la sensación era de querer correr, de de que apetecía y no había señales de desfallecimiento. Con estas sensaciones seguí hasta pasado el 40. En este tramo, dentro de otro de los bosques de París, le dije a Mario que se fuera con Chuky pero a los pocos metros le adelanté y se quedó... Había un par de giros de 180º y el firme era irregular con lo que en gran parte del trayecto opté por correr por el camino rojo de bicicletas. Las sensaciones, ya no tan buenas, pero, como digo, todavía con ganas de correr y espeando a que en los dos o tres úlitmos kilómetros, oliendo ya a meta, pudiera reavivar el ritmo. Esto no se produjo, sino todo lo contrario. Km. 40 y pico ya el vacío total. Dos últimos kilómetros casi a 5'. Como en el otro bosque, quería salir y ver edificios, cosa que no ocurrió hasta casi el 42. La entrada en meta me ofreció un tiempo bruto que mejoraba mi marca, si bien no fue la que hubiera deseado. Sensación de no descontento.

Cosas a destacar

El corredor, una especie egoista.
La gente se coloca en la salida muy por delente del ritmo que va a llevar en carrera. A pesar de todo no piensan en que van a entorpecer a los demás y les de lo mismo. ¿Como, si no, se explica que te pases los 42 kms. de un marató adelantando gente?

35.000 personas, otra dimensión.
En las carreras estamos acostumbrados a ir grupitos, uno en el que tu vas, otro 10 m. detrás, otro 15 m. delante. Muchas veces van en carrera a la caza del grupo que te precede. Esto em París no pasó. Todo era un mar de gente, no había un metro del recorrido en que no hubiera un corredor. ¡Y esto en la parte delantera!

domingo, 2 de abril de 2006

3.000 obstáculos (Semifinal de la liga de clubs)

















Este año por el tema de las fechas me ha tocado hacer la primera prueba de pista justo una semana antes del maratón. Y qué prueba, un 3.000 obstáculos nada menos. No voy a negar que la prueba entrañaba cierto riesgo y un accidente (caída, pisotón de algún compañero...) podría dar al traste con los tres meses de preparación para el maratón. Pero, pensé, si no me ha pasado nada en los otros obstáculos que he corrido, ¿por qué me va a pasar en este?

Otro punto a tener en cuenta era el que no había saltado ni una sóla valla u obstáculo desde que hice la liga el año pasado, es decir, casi un año sin saltar ni unos ni otras. Y esto del salto-paso del obstáculo, si bien es algo que se aprende y no se olvida, como no se practique se oxida.

Así que con estas premisas me puse en carrera. Primer 200 y último... pero, como me dijo Mario que le comentó a la gente que estaba viendo la prueba, en la ría, por supuesto, que es donde está el espectáculo, 'tranquilos, que Vicente hace carreras muy tácticas'. Y no le faltó, al menos en este caso ni un ápice de razón.

Primeros dos pasos de obst´culo y me encuentro con que los que me precedían hacen extraños y en ambos casos tengo que rectificar. Solución: adelantarles en el plano. Primera ría y... caida a dos pies. Ataqué sin decisión y con miedo porque las zapas ya estaban muy desgastadas y resbalaban un poco. La verdad es que con las fechas que manejamos ni me dió tiempo a estrenar mis nuevas zapas de clavos y no era plan de hacerlo en competición una semana antes del maratón. En cualquier caso se demuestra la importancia de tener unas buenas herraduras.

A partir de esta primera ria cogí mi ritmo, fui adelantando a gente y, lo mejor, los siguientes pasos de la ría los hice bien, cayendo con el segundo apoyo casi fuera del agua. En este sentido no recuerdo tener los pies tan mojados como en anteriores obstáculos.

En las últimas vueltas me situé 5º, ya con Bribón en el horizónte, en la penúltima a más de un obstáculo, al final a menos. Total, que buenas sensaciones para una carrera que no he preparado, para la que estoy falto de ritmo (ahora aguanto todo lo que sea pero correr rápido no corro mucho) y en la que la base (las herraduras) no acompañaron. El tiempo, un pelín peor de lo que pensaba (quería hacer 10.45 e hice 10.53). El puesto, 5º de una primera serie que gaón Llamazares. Lo peor, no nos clasificamos para la final :-(