
Por su parte la cadera ni me ha dicho ni me ha dejado de decir (como los gallegos), quicir, no me ha molestado en ningún momento, ni he notado cosquilleos como los notaba los primeros días pero he notado un algo que no llega a ser dolor pero que avisa que está ahí. No sé si es que la sobrecarga va a menos, probablemente por el reposo forzado de todos estos días, o vete tu a saber.
El caso es que me he dado las dos vueltas al parque, una acompañado por Goros, la otra por Jesusín, y he vuelto bastante contento. Mañana volveré a salir a ver si la cosa sigue igual y puedo, de una vez por todas, reengancharme a esto del correl.
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