Una experiencia nueva

Nunca deja uno de sorprenderse ni de aprender o experimentar cosas nuevas, por mucho tiempo que lleve haciendo algo o por muy intensamente que lo haga. Y hoy ha sido un día de esos, el día en que he probado qué se siente al correr sobre la nieve.

Hoy ha sido el día en que hemos organizado la carrera del Páris y después de un día duro que ha empezado a las 7 de la mañana, con cinco bajo cero, después de gestionar inscripciones, clasificaciones, dorsales, chips y demás; después de una comida en casa de mamá, una de esas comidas en las que estás tan muerto de sueño que a la vez que estás comiendo estás ya pensando en lo esnucao que te vas a quedar en el sofá; vuelves a casa, haces alguna cosita y te calzas las zapatillas para salir a correl pensando en que hoy el primer objetivo es no caerse.

El vienres cayó en Madrid una nevada como yo no recuerdo en la capital, y todavía hoy domingo hay muchísimas zonas todavía blancas. Pero las aceras, como ya ha pisado mucha gente la nieve, son puro hielo en las que en cuanto te descuides te pegas una buena castaña. Así que con precaución me he ido al parque.

Allí me he encontrado mucha nieve en el circuito, nieve dura pero que apenas resbalaba. Pero la sensación de ir corriendo, no muy rápido, pero corriendo al fin y al cabo, sobre un manto blanco ha sido excitante, por lo bonito y por la experiencia de rodar sobre una superficie diferente.

No he podido elegir un día mejor para volver a la actividad atlética después de una parada regenerativa desde la San Silvestre.