Ha sido un invierno muy duro. Durante los meses de enero y febrero apenas si hemos visto el sol, nos ha llovido casi hasta el extremo de salirnos aletas, ha hecho viendo, mucho frío. Es lo que toca, pero eso no significa que la gente nos acostumbremos a ello. En las dos últimas semanas el tiempo nos ha dado una tregua y hemos pasado de llevar lo que más nos abriga a ir en manga corta en las horas centrales del día.
Ni que decir tiene que si con el mal tiempo la ciudadanía se queda en casa y no sale más que lo imprescindible las tornas cambian con la llegada del buen tiempo. Los parques se llenan de gente ávida de sol y de estirar unas piernas entumecidas de todo el invierno en el sofá. Los carriles bici se llenan, salen deportistas que durante todo el invierno han hecho indoor o directamente no han hecho nada...
Para los atletas es un gran cambio. De campar a nuestras anchas en los parques pasamos a tener que ir sorteando gente e incluso se llega el extremo de no poder entrenar porque es tanto el gentío que apenas si se puede andar, cuando mucho menos correr.
Estas circunstancias son el caldo de cultivo ideal para que surjan conflictos. Más de un corredor se cree dueño de un espacio que no es suyo, un espacio que hay que compartir con el resto de la gente porque el mismo derecho tiene una persona mayor o una familia a ir paseando, un niño a ir montado en su bici, etc. etc.
Y por muchas series que tengamos que hacer, por muchos kilómetros que nos recete el plan de entrenamiento o por mucho tiempo que hayamos pasado durante el invierno en el parque, tenemos que entender que no podemos ir avasallando a la gente porque tenemos que hacer series y la solución es adaptar nuestros horarios al buen tiempo. O si lo preferís, esperad a que llegue de nuevo el invierno, veréis como el parque vuelve a ser casi en exclusiva "propiedad" nuestra.
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