martes, 6 de enero de 2015

Despacito que no hay prisas

Día de Reyes. Madrid nos ha regalado una mañana soleada y despejada. Quien haya salido antes de las 8 de la mañana probablemente se haya encontrado con la pelona, quienes nos hemos hecho los remolones y hemos aguantado hasta las 10 en la cama no hemos visto más que sol. Si además hemos esperado al mediodía para salir a hacer los deberes hasta hemos pasado un poquito de calor, aunque en las umbrías incluso a la 1 del mediodía había restos de heladas.

Hoy he hecho un calentamiento, tanto en lo que se refiere a distancia como al ritmo. Unos 6 kilómetros muy suaves, echando el freno cuando las piernas aceleraban más de la cuenta. Y echando el freno porque la falta de ritmo hacía que me faltara el oxígeno y porque tanta inactividad hacía que la junta de la trócola empezara a piar o hacer que piaba.

Y me refiero a que durante el entrenamiento me he acordado de la cintilla iliotibial derecha, más en la parte ilio que en la tibial, es decir, a la altura de las caderas y también me he acordado del gemelo derecho que parecía como que quería decirme algo. Solución, bajar el ritmo porque la velocidad mata y de esta manera no ha llegado la sangre al río.

Al final leves estiramientos (tengo que hacerme el propósito de empezar a estirar de verdad) y la satisfacción de que lo que hace dos días costó bastante hoy ha costado bastante menos. Después de un tiempo de actividad cuesta volver a la carga pero la experiencia me dice que con constancia la mejora será exponencial hasta unos niveles. Luego habrá que empezar a hacer cosas serias, pero para eso todavía quedan unas semanas.

No hay comentarios: